Gran Palacio

Situado muy cerca de los Campos Elíseos y frente al Petit Palais, los 77 000 m2 del Gran Palacio constituyen uno de los lugares más bonitos del distrito VIII de la capital. Es aquí donde tienen lugar los salones y exposiciones más esperados de País. Los planos del también llamado “Gran Palacio de Bellas Artes” se realizaron en 1897, para que todo estuviera preparado para la Exposición Universal que tuvo lugar entre el 15 de abril y el 12 de noviembre de 1900.

Un monumento construido a seis manos

En 1896, se lanzó un concurso abierto a todos los arquitectos del país: el que tuviera las mejores ideas relativas al futuro del Gran Palacio sería el encargado de dirigir la prestigiosa construcción. Tras múltiples pruebas muy disputadas y debates muy animados entre los miembros del “jurado”, la prensa y el público en general no se pudo elegir entre los arquitectos Henri Deglane, Albert Louvet, Albert-Félix-Théophile Thomas y Charles Girault que resultan los cuatro ganadores del concurso. Estos realizaron una síntesis de sus respectivas propuestas y trabajaron conjuntamente para construir el monumento. En el frontón del ala oeste podemos leer que el monumento está “consagrado por la República a la gloria del arte francés”. Así, el primer destino del lugar fue acoger las manifestaciones artísticas de la capital.

El Gran Palacio es una de las piezas de un amplio conjunto arquitectónico formado por el puente Alejandro III, la avenida Winston Churchill - que une los Inválidos con los Campos Elíseos- el Gran Palacio y el Palacio Pequeño. Al ubicar el Gran Palacio en el centro del barrio presidencial, la Tercera República lanza un mensaje firme: el edificio ilustra por sí mismo el brillo intelectual y cultural del Hexágono. A partir de 1901, el Gran Palacio acoge los salones artísticos más importantes y muchas otras muestras deportivas y populares. Concretamente, en el año 1901 se construyó una pista de arena en el Gran Palacio para poder organizar un concurso hípico. De abril de 1901 a 1957 las pruebas hípicas, con concurso de tiro, pruebas de velocidad y saltos de obstáculo son momentos muy esperados en la vida parisina.

De los salones elitistas a los eventos populares

Los salones dedicados a las bellas artes tienen su máximo apogeo con una gran afluencia durante los primeros treinta años de apertura del palacio. Sin embargo, estos eventos son considerados por muchos como la expresión de un abismo creciente entre las élites burguesas y el “pueblo” al que se le prohíbe el acceso al arte. Tras la Primera Guerra Mundial, los parisinos se orientan más a los salones técnicos y comerciales que son más rentables. Las manifestaciones artísticas parisinas y elitistas pierden progresivamente prestigio y las superficies de exposición se reducen notablemente con la inauguración del “Palacio del Descubrimiento” en 1937 con ocasión de la Exposición universal.

El Palacio del Descubrimiento se ubica en el ala oeste del Gran Palacio e inicialmente está diseñado como una presentación de exposiciones temporales. Sin embargo, causa tal furor entre los visitantes que se decide no desmontarlo y convertirlo en un centro cultural científico permanente. En 1947, el Gran Palacio pierde totalmente su función original de Palacio de Bellas Artes.

Hoy, el Gran Palacio acoge cada año a más de 2 millones de visitas y 40 eventos.